¿Una nueva crisis?

El ser humano y el petróleo siempre han ido de la mano. Aunque no fue hasta la Revolución Industrial y la aparición de los motores de combustión interna cuando se le encontró una verdadera aplicación práctica, este oro negro siempre ha estado muy presente. Desde la antigüedad el petróleo aparecía de forma natural en algunas regiones terrestres de Oriente Medio. Se usaba también para pegar ladrillos y piedras o para simplemente pintar esculturas hace seis mil años; con fines únicamente curativos en la Edad Media o para engrasar máquinas y para el alumbrado ya en el siglo XIX.

Con la industrialización, este recurso natural no renovable se convirtió en un bien muy preciado, aportando el mayor porcentaje del total de la energía consumida. Su importancia en la economía mundial se palpaba ya a principios de la década de los sesenta y los países productores no tardaron en darse cuenta de lo que poseían: crearon la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) en defensa de sus intereses como naciones productoras.

En la crisis del petróleo de 1973 las decisiones de la OPEP, entre ellas la de no exportar más petróleo a los países que habían apoyado a Israel durante la guerra del Yom Kippur, provocaron un fuerte efecto inflacionista y la consecuente reducción de la actividad económica. A partir de ahí y a lo largo de los años, la importancia del petróleo no ha dejado de crecer y ha sido el responsable de varios conflictos bélicos en algunas partes del mundo, como es el caso del Oriente Medio. Esta enorme dependencia que el mundo tiene del petróleo, sumado a la inestabilidad del mercado internacional y las fluctuaciones de los precios de este producto han llevado a que los diferentes países investiguen energías alternativas, como podría ser la eólica o la solar.

Pero aún no se ha encontrado una opción que realmente substituya a este hidrocarburo. Actualmente hay una gran cantidad de países dependientes del petróleo, y si se abandonara repentinamente, de la noche a la mañana, sus economías entrarían en bancarrota. Aunque el uso de este combustible fósil también provoca otras consecuencias como es la contaminación y el consecuente cambio climático. Los derrames de hidrocarburos afectan profundamente al medio ambiente, y accidentes como el del petrolero Exxon Valdez en 1989 o el del Prestige en el 2002 no hacen más que empeorar la situación ambiental.

El calentamiento global y el cambio climático también provocan el deshielo. Tanto es así que la capa de hielo del Ártico se ha hecho mucho más fina, un hecho que facilita un mayor acceso a las bolsas de hidrocarburos además de abrir nuevas rutas marinas. El futuro está en las energías renovables, pero el beneficio se encuentra a día de hoy en el petróleo. Por tanto, cinco países (Dinamarca, Estados Unidos, Noruega, Canadá y Rusia) no han querido perder la oportunidad de hacerse con una de las últimas zonas de la tierra que aún no tiene a ningún Estado como dueño y que alberga una gran cantidad de petróleo bajo el hielo.

Pero aunque muchos no lo quieran ver, actualmente las reservas de petróleo se están agotando, y al ritmo de consumo actual a las reservas mundiales conocidas no les queda mucho tiempo de vida. Los países productores presionan para que se siga utilizando el petróleo en vez de las nuevas formas de energía más baratas y renovables. Aún así, los expertos en recursos energéticos advierten del riesgo de una crisis global a medio plazo, cuando la demanda de petróleo supere la capacidad de producción. Tarde o temprano las energías alternativas tomarán el relevo. Tanto es así que ya se están estudiando nuevas formas, como vehículos de hidrógeno y de combustible alternativo o placas solares por ejemplo, para evitar una nueva crisis energética mucho más grave que la de 1973.

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Podemos... hacer negocio de la ilusión

La selección española jugó ayer su último partido de preparación para la Eurocopa antes de viajar a Austria y, a pesar de la victoria, España está a años luz de ser campeona. Las alarmas ya se dispararon el sábado pasado ante Perú, donde el equipo no lució en absoluto, y ayer ante Estados Unidos la imagen no hizo más que empeorar. Es lo mismo de cada año: grandes expectativas antes de empezar, pero a la hora de verdad todas las esperanzas se desvanecen y se vuelve al otro año será.

Y aunque la historia se repita en cada mundial y en cada europeo, es sorprendente como el optimismo y la ilusión siempre vuelven a resurgir. ‘Esta vez seguro que pasamos de cuartos’ es la frase que más se oye en la calle, en el bar, a través de los medios de comunicación... ¿pero no se ve que con la forma de jugar que tiene esta selección, no van a pasar de la fase de grupos?

Es verdaderamente admirable el hecho de que aún existan auténticos fans que confían ciegamente en la ‘la roja’ y sus posibilidades de ganar. Y como no podía ser de otra forma, hay empresas que se aprovechan de ello, como es el caso de la cadena de tiendas Media Markt. Su reclamo es muy simple: si España pasa de cuartos, te devuelven el 25% del precio del televisor que hayas comprado allí. Y claro, todos aquellos convencidos de las grandes posibilidades de este equipo luchador y con garra corren a comprar un televisor que les saldrá a un gran precio, ¡seguro!

Después está Cuatro, este canal que tiene los derechos de la Eurocopa y que tiene que asegurarse una buena audiencia para la competición. Recurren a este mensaje esperanzador de una selección a la que le ha llegado la hora de ganar, de unos jugadores fuera de serie, que sienten los colores como los que más. Nos meten en la cabeza esa musiquilla que anuncia la llegada de la hora de la verdad, que podemos, podemos, podemos, sí. Y todos esos ingenuos corren a la tienda a comprar ese televisor con el que están convencidos que se acabarán ahorrando un cuarto del precio total. ¿Para cuando el día en que todos nos demos cuenta de una vez por todas de que jugando así, es totalmente imposible ganar y un milagro pasar de cuartos? Aunque eso sí, seguro que Media Markt está feliz viendo los serios problemas de juego de la selección, ellos sí que saben jugarla!

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Barra libre. Para todos. ¿Pero para siempre?

Por fin. El campanario del pantano de Sau está casi totalmente sumergido. Ha llovido. Y mucho. Tanto, que el nivel de los embalses ha aumentado. Fin de las restricciones. A partir de hoy se vuelve a la normalidad. A llenar piscinas y lavar coches. Lo que sea. Las prohibiciones antisequera pasan a ser recomendaciones. Sí. No más prohibiciones. Ya no habrá más multas por usar agua. Ni grado de excepcionalidad. Nada.

Pero no se puede cantar victoria. De ninguna manera. El govern exige responsabilidad. Evitar malbaratamientos. Aún hay miedo. Desconfianza. Temor a que el campanario de Sau vuelva a emerger. Por eso se mantendrán algunas medidas. No hay vía libre. Que quede claro. Así se pretende no derrochar agua. Algo que preocupa a la Generalitat. Sobretodo ahora, con la llegada del verano. Turistas. Segundas residencias. Calor. Es una época donde el consumo de agua se dispara. En exceso. Y hay que vigilar.

Para unos aún es demasiado pronto. ERC ve necesarias las restricciones. Pero el PSC no. Prefiere volver a la normalidad. Cuanto antes. Da igual la época. Aunque, eso sí, alguna medida se tiene que mantener. No vaya a ser que se precipiten. Que pare de llover. Que la sequía sea aún peor de la que había. Y que se recurra de nuevo a los barcos. Trenes. Aviones. Helicópteros. Lo que sea. No. No vaya a ser que demos una imagen aún peor al resto del mundo. Si es que aún es posible. Que conociéndonos, seguro que sí.

Por si acaso, es mejor prevenir que curar. Sí. Está claro. Por eso, el tripartito defiende la interconexión de redes. Retiran las prohibiciones. Pero quieren construir cañerías. Solo para evitar situaciones de peligro. Previsión para el futuro. Nada más. Aunque desde fuera se hable de avidez. Solo pretenden lo mejor. Soluciones.

Así que volvemos a la barra libre. Sí, con responsabilidad. Utilizarla con moderación. Es nuestra responsabilidad. Sí. Ahora solo cabe esperar que no deje de llover. Por favor. Aunque sería típico. Muy típico. La ley de Murphy. Solo hace falta decidir una cosa para que suceda todo lo contrario. El conseller Baltasar lo sabe muy bien. ¿Verdad? Pero un mal día lo tiene cualquiera. O una mala época. Y la mala suerte no puede durar siempre. ¿O sí? ¿El destino está escrito? Esperemos que no. Que llueva a gusto de todos. Y que se haya llevado a cabo la mejor decisión. Agua sin restricciones. Para siempre.

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